Anteriormente te habíamos comentado, que la anchoveta es un recurso valioso a la hora de optar por una fuente de omega-3. Pues, además de su alto aporte nutricional, existe un control de la anchoveta que garantiza la preservación del ecosistema marino

Por otro lado, ¿Qué ocurre con el omega-3 que podemos encontrar en frutos secos y semillas? ¿Constituyen un real aporte de omega-3 para nuestro organismo?

Para responder estas preguntas, es importante clarificar que el omega-3 que encontramos en frutos secos como nueces y semillas, corresponde al ácido alfa-linolénico también conocido como ALA. Este último, no es un omega-3 funcional y debe transformarse en el organismo a EPA y DHA para que sea beneficioso. Lamentablemente, este proceso tiene una muy baja eficiencia y se estima que solo alrededor del 1% del ALA llega a forma ácidos grasos EPA y DHA. En este marco, deberíamos comer grandes cantidades en este tipo de productos al día, para lograr un aporte mínimo de este estos nutrientes. 

Considerando lo anterior, múltiples estudios sostienen que nuestra población, tiene un marcado déficit de omega-3 cuyo desequilibrio conlleva a un factor de riesgo para el correcto funcionamiento del organismo.  En este marco, existen muchos expertos que han llamado a aumentar el consumo omega-3 de origen marino, EPA y DHA, a objeto de mitigar esta carencia nutricional.  En este contexto, los beneficios de omega-3 son dependientes de la cantidad que se ingiere y de la frecuencia de consumo. Dicho de otra forma, un aporte diario de al menos 1000 mg de EPA y DHA por día, es una estrategia razonable para contribuir al buen funcionamiento del organismo. 

La anchoveta, nuevamente destaca en este contexto, pues dada su naturaleza, nos permite aportar estos nutrientes en cantidades apropiadas y de forma amigable con el ecosistema marino

 

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